viernes, 25 de marzo de 2011

SALUDO A BATISTA...Pablo Neruda.


“Cuando la tierra como una inmensa rueda gira y resbala en el espacio nocturno y la noche ha guardado los últimos rumores, el fuego de las batallas y el silencio de los hombres, una pequeña isla queda brillando como una luciérnaga en la selva, una isla que al girar la tierra deja un cometa fosforescente de luz y sonido, una cola perfumada de tabaco y corales, una atmósfera única en nuestra América en que se juntan la alegría y la sombra como dos alas para que baile y vuele la isla con cuerpo de paloma.


Pero no sólo rumor y color hacen a Cuba: la hacen también sendero y sacrificio, áspera lucha y sangre. La hacen los hombres que como el que hoy saludamos amarran en el alma toda la nacionalidad, nacen con el alma envuelta en su bandera y ay de aquel que intente arrancarles su trozo oscuro de la piel del alma: la patria entera se desgarra y quebranta. Ante Fulgencio Batista, capitán de su pueblo, estamos en presencia de Cuba: nadie como él la representa tan poderosamente en este instante, y antaño unos pocos, a quienes él continúa, dejaron dispersos los huesos en cárceles de piedra para que Cuba viviera.


Así pues, este Capitán de las Islas, salido como la fibra o la greda de las raíces populares, pueblo él mismo, pueblo en su gracia, en su intuición y en su fuerza, puede mostrar con orgullo ese rostro moreno que se mantuvo firme para restaurar la patria del más delicado de los héroes de América: José Martí. ¿Y cómo pudo continuar Batista la obra de aquel intelectual soñador y preciso, que toca los extremos límites de la sensibilidad y de la acción? Lo hace porque otra hora ha llegado al mundo, la hora del pueblo, la hora de los hombres del pueblo, la hora en que Batista se confunde con los héroes populares de nuestra época, Yeremenko, Shukov, Cherniakovsky y Malinovsky, que hoy golpea y deshace las puertas de Alemania, los guerrilleros de España y de China, Tito y la Pasionaria.


A Batista, en esta hora que también por desgracia, se ha caracterizado por incubar traidores y cobardes, lo ponemos en el marco de los americanos totales, al lado de Cárdenas y cerca de nuestro nunca olvidado, heroico y calumniado, sagrado e inmortal, Luis Carlos Prestes.

Batista, como hombre del pueblo, ha comprendido mejor que muchos demagogos el papel de los intelectuales, y honra a toda América cuando lleva a su gabinete a Juan Marinello, el gran escritor multiforme, que escribiendo con la altura clásica de los españoles antiguos revela el alma batalladora de Cuba en cada una de sus líneas. También cerca de él estuvo siempre el gran poeta negro Nicolás Guillén, a quien ojalá nos lo hubiera traído de regalo a Chile, porque ese poeta de cascabel y de fina sonrisa nos traería en su canto la enseñanza más pura: la de la alegría en el combate del mundo.


Los chilenos damos hoy la mano a Fulgencio Batista, con una franqueza y una sinceridad que llamaríamos chilena si no fueran también condiciones permanentes de Cuba en cada una de sus líneas. Saludamos en él al continuador y restaurador de una democracia hermana, al hombre que recibió la patria anarquizada y despedazada recién salida de las garras de un tirano sangriento, y palpitante aún de la heroica, legendaria lucha que lo derrotara.


Saludamos al que pudiendo haber seguido el camino de muchos filibusteros del poder, lo entregó con sus anchas manos morenas a quien eligiera su pueblo. Saludamos al que ha restituido a Cuba honor y nombre, al proteger las organizaciones y partidos del pueblo, al llamar a los mejores intelectuales a colaborar en los destinos comunes, al reanudar las relaciones con la Unión Soviética entre los primeros países de América e Italia, al fustigar y despreciar a Franco y sus enviados públicamente una y mil veces, al iniciar con México, el camino que aislaría más tarde a los siniestros y desleales gobernantes de Argentina.


Y lo saludamos por haber aumentado, con un Gobierno de Unión Nacional, con Saladrigas y con Marinello, con Mañach y con Sosa de Quesada, la riqueza de su país dando mayores esperanzas y realizaciones terminantes al bienestar de los trabajadores de Cuba.

Por eso cuando la isla encantada en que resuenan aún los tambores mágicos del África oscura, aparece en el giro de la tierra alumbrando como una luciérnaga, con su música y sus poetas, sus libertadores y sus montañas de azúcar, aparecen también los rostros de sus patriotas populares, que confundidos como Batista con esta época de grandes dolores y de grandes sueños humanos, no han desmerecido la luz de la Isla sino que han ayudado a que su fulgor nos ilumine en el camino de la libertad y de la grandeza de América.”


Tomado de El Siglo, Noviembre 27, 1944.


Fulgencio Batista fue un militar cubano y presidente de Cuba en dos oportunidades, entre 1940-44 y 1952-59. En su primer período, asumió el cargo tras ganar una elección como representante de la Coalición Socialista Democrática y tras derrocar al anterior gobernante, Ramón Grau. En 1952, al darse cuenta de que las encuestas preelectorales lo situaban en tercer lugar, a 4 meses de las elecciones presidenciales dio un golpe de Estado incruento con el cual se hizo del poder. Durante su mandato llevó a Cuba a un alto grado de corrupción e ilegalidad que le valió incluso la molestia de sus aliados norteamericanos, y gran parte de los cubanos y del mundo celebró su destitución tras la revuelta de Fidel Castro y sus soldados, que en 1959 se declaraban ante el mundo, en su primer engaño de muchos que vendrìan a continuación, decididamente no marxistas.


En todo caso, ¿qué habrá pensado Fidel Castro acerca de este elogioso poema de Neruda dedicado nada menos que a Fulgencio Batista?
Vemos, una vez más, en este poema de Neruda dedicado a un dictador de mala fama, su gran asiduidad a arrimarse a cualquier árbol firme que pudiera darle sombra, sin reparar en sus condiciones morales. Como antes lo había hecho dedicándole ridículas elegías a un monstruo como Stalin, en un conjunto de poesías que sus admiradores se esfuerzan en ignorar o sepultar en el olvido por lo impresentables que resultan ser y lo mal que hablan de la persona del "vate".

Bueno, aquí, los rescatamos del olvido deliberado con el que la izquierda pretende enterrarlos.

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